lunes, 4 de julio de 2011

Sólo soy un gato negro con traje de hombre.

Gato negro que estás por los suelos,
ten piedad de los oxxos.

MIAU

Esta es la historia de un tipo que quería escribir pero tenía miedo de ya no mejorar nada. En realidad a nadie le importaba, el decía ser escritor y que conocía a otros escritores, pero, en realidad, a nadie le importaba. Sólo a él, y era tanta la presión que sentía por escribir que no escribía. Cada que le pasaba esto se ponía un ejercicio, escribir fragmentos improvisados sin detenerse, sin pensarlos. Con la esperanza de que juntos significaran algo. Esperando que hubiera algún chispazo, alguna frase que valiera la pena para sentirse redimido, ante los ojos de los demás, ante los suyos. Aquél tipo nunca mejoró, terminó suicidándose sin más pena ni gloria que haber tenido siete gatos. No sé por qué sigo su método.


 


 

MEOW

La vi llegar tan hermosa como siempre, ella está en la mesa donde nos sentamos la última vez, le llamé de manera insistente, hice promesas que no pensaba cumplir, lloré, reí y lloré. Le dije que cambiaría todo lo que ella odiaba de mí, todavía recuerdo la última vez que me dijo que yo era un buen tipo, pero que a veces me esforzaba en parecer lo contrario. Ella me encanta porque tiene ojos felinos, ni siquiera son tan bonitos, lo que sucede es que tiene cierto recelo en ellos; es su manera de observarme, desconfiada, de manera analítica, como si fuera yo un acertijo. No lo lograste, linda. No cruzaré la calle, ahora que llegaste no me interesas. ¿Nunca pensaste que quizá era un mal tipo esforzándome en parecer bueno? Ja, me molesta cuando sueno tan grandilocuente. No hay bueno ni malo. Mira, sólo somos dos personas solitarias que pelean para ver quién es el más necesitado de compañía. El gato soy yo, traigo tanta mala suerte que los gatos negros no quieren que me cruce en su camino. Anochece, saldré por la ventana para DESAPARECER, caminaré por la oscuridad tambaleándome hasta que encuentre una mujer que se parezca a ti para romperte el corazón dos veces.


 


 

CANARIOS

Mis primeros cuentos tenían gatos. En todos y cada uno de ellos, llegaba al absurdo de gatos hablando, disparando, fumando. El cuento acerca de la pérdida de la inocencia y del primer amor llegaba a la formula cliché de "todo era un sueño", sólo que era el sueño de un gato (no me hagan explicarlo). El malo del cuento, un gato. El personaje principal, un gato. El detective, el criminal, incluso el arma del asesino, todos eran gatos. Pero el mejor cuento sobre gatos y uno de los cuentos más entretenidos que he leído, de esos que uno daría un brazo a cambia de haberlos escrito, es del escritor peruano José Durand. Es Autor de un libro muy interesante llamado El ocaso de las sirenas, cuya tesis es que los marineros españoles al no conocer los manatíes asociaron a estos animales con las míticas sirenas, a través de las crónicas nos muestra la capacidad del ser humano de adaptarse a lo desconocido, un clásico del FCE. Desvariante por otro lado es su libro de relatos, reeditado por la UNAM en la colección de confabuladores, es fácil de conseguir y muy barato. Personalmente me llamó la atención por la portada y la primera de forros; Además de aquel cuento maravilloso de los canarios del que no diré más para no arruinar la sorpresa si es que alguien llegara a interesarse en este autor "raro". Muy recomendable, un narrador fluido y rítmico.


 

MÁXIMAS

La vida no es fácil, incluso para los gatos negros.

Toda buena cantina tiene escondido en su decoración el escudo de Batman, como el FBI en Guanajuato, o La Esperanza en el DF, algún distraído puede confundirse con el logo de bacardí pero el ojo observador lo reconocerá enseguida.

Sólo la noche me conoce del todo, quizá mejor que yo mismo.

"Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho" Jorge Teillier

Tom Waits es el gato del blues. ¿Cuál será el Blues de los gatos?

Cuando estudiaba lucha libre mi maestro, Ojo de Tigre (Un luchador de semiestelarista de la época del toreo [su máscara se parece mucho a la del japonés Tiger Mask]), me dijo una vez muy serio: Moreno (así me decía), recuerda que cuando vayas a una función no sólo es importante dar un buen espectáculo, bueno; sí, hay que estar concentrados, dar una buena lucha, no fallar en ningún movimiento, es cierto. Pero eso no es lo más importante, lo principal es que siempre que vayas a luchar te consigas una nalguita, los luchadores somos superhombres sobre el ring, todas las mujeres habrán de desearte. (Nunca llegué a luchar en una función [, quizá por eso no consigo nada].).

Todo ha sido mentira

No todos los gatos tienen siete vidas, no todos saben caer de pie.


 


 

RESUMEN

Esta es la historia de un tipo que quería escribir. Amanece, anochece, y no avanzo nada, saldré por la ventana para desaparecer. Ojalá que alguien llegara a interesarse en este autor "raro". La vida no es fácil. ¿Recuerdas?
No consigo nada.
todo ha sido mentira.

martes, 15 de febrero de 2011

SALÓN MADRID

Acostumbraba, algunas veces, detenerme para ver el movimiento de la copa de los árboles, pensaba que había algo más aparte de las corrientes de aire que los hacía moverse, una voluntad secreta, una lógica natural ajena a la comprensión del hombre. Ahora sé que nada de eso existe.

El sábado pasado me arrastraba por despecho en el centro de la ciudad hasta que llegué a una cantina en Santo Domingo, en contraesquina de la iglesia, al final de los arcos donde amablemente ofrecen facturas o "lo que necesite" y, según dicen, todavía se puede conseguir sin dificultad título de ginecobstetra o lo que a uno se le ocurra.

Entré sin pensarlo y tomé una mesita libre al fondo, pedí una lager mientras se escuchaba "Perfume de gardenias" en la rockola; a mi ipod le acababa de meter unos discos de Gorgoroth y Cannibal Corpse, pero creí que sería bueno variar un poco así que lo guardé. El lugar estaba vacio, sólo un par de tipos que entraban y salían, son de ese barrio y trabajan en las imprentas, me miraban discretamente pero se dieron cuenta de que no quería problemas, ellos tampoco, se relajaron. Me trajeron mi cerveza y unos cacahuates, era temprano, el cantinero me preguntó si quería frijoles charros, por qué no, tráigalos. Trataba de relajarme y olvidar mis penas.

Unas cervezas después la cantina se fue llenando: algunas parejas jóvenes que sólo me producen rencor, la gente que frecuenta el bar, se reconoce fácilmente por la forma en que saluda al cantinero; por ultimo están los que llegan por casualidad, de paso, dentro de este tipo hay oficinistas deprimidos, chavillos fresas que terminan aquí, o en cualquier otra cantina tan diferente a bares y antros, porque creen que es nais, grupos de turistas y excursiones; en este grupo estoy incluido yo mismo, acepto que no pertenezco a la clientela habitual de la cantina, que mi cabello largo, la ropa negra y las cadenas resaltan, pero ya nada me importaba.

El lugar estaba repleto y en la barra nunca hay bancos, uno puede beber parado si gusta, por lo que un viejito se acercó a la mesa y me preguntó si podía sentarse. En realidad a mí el viejito me daba asco, lo reconocí como vagonero del metro, se sube canta "cien años", la de: pasastes a mi lado, con gran indiferencia…, y camina pesado pidiendo dinero, alguna vez le di un par de monedas; Ahora este tipo se encontraba frente a mí, con el mismo traje viejo, arrugado y sucio, su sonrisa mostrando pequeños dientes amarillos, con su bigotito y cabello engomado, a la antigüita, delgadísimo y chaparro, con la piel manchada pegada a los huesos. ¿Puedo?, Claro, siéntese, cómo no, ya qué, en ese momento ya nada me importaba.

Incluso, así de bebido como estaba, le conté mi historia: Bebo porque estoy enamorado, o lo estuve, no le sé, lo más seguro es que aún lo esté a pesar de que me rechazó y la forma en que lo hizo. La conocí en un parque, los dos corremos ahí en el mismo horario, como a las seis de la mañana, es que ella trabaja todo el día y yo prefiero esa hora porque siempre visto de negro y el sol es molesto a otras horas. Nos hicimos amigos y conversamos durante los estiramientos, dejamos las etiquetas a un lado, es que ella es medio fresa y creo que no es necesario señalar que la gente bonita y los metaleros no tenemos mucho en común, pero ella y yo sí, extrañamente.

Logre convencerla de que saliéramos juntos algunas veces, a pesar de todo nos íbamos relacionando bastante bien, hasta que ella lo derrumbó. No sé qué pasó, hace unas horas desayunábamos en un restaurante vegetariano cerca del Zócalo, caminábamos por Madero rumbo a Bellas Artes y la noté medio rara, comenzamos a platicar y me dijo que no podía relacionarse con alguien en ese momento, le pregunté el por qué y dijo que tenía un asunto que no había podido resolver. Extraño, ¿no? Bueno pues la presioné un poco para que me dijera cuál era su problema, me preocupaba que hubiera alguien más en su vida o que tuviera algún problema con su salud, nunca me esperé la respuesta que me dio: Perdón, me dijo agachada, mi problema es que sólo siento atracción sexual hacia los árboles'.

Me le quedé viendo, buscando sus mirada llorosa, y lo entendí. ¿No pudiste inventar algo más creíble? le grité y se fue llorando, yo deambulé hasta llegar a esta cantina. Esa es mi historia, por eso bebo. Salud.

El viejo tomó su vaso de vodka lime, lo paladeó, y puso su extraña sonrisa, Salud… tal vez pueda ayudarle, dijo mientras sacaba un pequeño ídolo que me pareció Santero, No, lo dudo, pero él siguió sonriendo mientras sacaba unas yerbas de su viejo maletín, sonriendo más aún, me avergüenza decirlo pero había algo en ese rostro que me aterró. Seguimos bebiendo hasta el anochecer.


 

En la mañana me hallé convertido en árbol en el parque donde la conocí. Sin embargo, a pesar de lo bizarro que era todo en ese momento, me dio gusto ver que ella se preparaba para correr, se acercó a mí mientras escuchaba alguna canción estúpida de Paulina Rubio en su ipod, apoyó sus manos en mí para arquear su espalda y estirar sus pantorrillas. Mi follaje se estremeció. Llevaba una licra rosada que resaltaba sus caderas prodigiosas y lo combinaba con su top gris sobre sus pechos privilegiados, se acercó más y más a mí y cuando ella cerró sus ojos, cuando sus senos frotaban mi corteza, le dije Te amo. Abrió los ojos completamente aterrada y se alejó corriendo.

Por lo menos hará su ejercicio, siempre se pone de mal humor cuando no se ejercita.


 

¿Qué está pasando? Que tal si ella no estaba mintiendo, que se hubiera sincerado conmigo y yo sólo me burlé de su problema. O tal vez en realidad me mintió y se aterró porque escuchó mi voz salir de un árbol, la culpa puede destruirlo todo.


 

El viejecillo de la cantina pasó caminando a lo lejos, sonriendo, con una flor recién cortada entre sus huesudas manos.


 

Esa noche ella regresó al parque, se veía hermosa. El viento soplaba entre mis hojas y producía un suspiro largo y melancólico. Su respiración estaba agitada, jadeaba, ella parecía muy determinada y yo no pude hacer nada para detenerla en su delirio. Trajo una cuerda. Los segundos pasaron como siglos. Sus lágrimas cayeron sobre lo que fueron mis pies, sus piernas colgaron en un hipnótico vaivén. Te amo le dije una vez más y la noche se fue arrastrando un pesado silencio como hojas sobre la tierra.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Otro cuento de hace como dos tres años cuando era creativo

Dedicado principalmente a mi carnal el Pelón Silva pero también a todos los que se hayan emborrachado antes de un examen.


 


 

EL PRECIO DEL PLAGIO

Las tres de la mañana y apenas llega a su casa de estudiante tambaleándose en la oscuridad para no despertar a los vecinos, no importa porque sabe el camino de memoria. Viene de un bar, dejó a sus mejores amigos sin despedirse, últimamente hace eso. Trajo media Montejo con todo y envase sin darse cuenta, ¿por qué Montejo? No lo recuerda, quizá se acabaron las demás o sólo quería algo diferente, qué importa. En la casa queda media botella de charanda, ni siquiera le gusta pero es buena y barata, toma un buen trago, no hay necesidad de vaso, probablemente no haya limpios de todos modos. Saca una servilleta arrugada de su camisa y transcribe unos garabatos de lo que, con suerte, será un gran cuento. Va hacia los discos, Tom Waits, no, Bowie, no, Leonard Cohen, tal vez. Sonríe, recuerda que señaló bruscamente a algún desconocido que le pareció nefasto en el bar, lo miró a los ojos y le repitió un verso de Lowry, "La única esperanza es el próximo trago". Bebe un poco de esperanza de la charanda "Uruapan", es transparente y un ahogado trozo de caña lo espera en el fondo.

Se sienta en la cama y abruptamente queda dormido, sueña con la yegua de la noche, el diablo lo toma de la mano, aparecen mujeres etéreas imposibles coqueteándole mientras está encadenado, surgen pequeñas bocas de los eslabones que ríen y jadean, intentan comerle los ojos, grita hasta despertar dentro de otro sueño. Se sabe ajeno realidad, sólo ha cambiado a otro plano onírico, se deja llevar, siente curiosidad por las posibilidades. Se ve saliendo de la casa, toma un taxi, el taxista con corte mohicano habla de cómo la ciudad se va al demonio, Lo que hace falta es una gran lluvia que se lleve toda la suciedad, dice sin observar al pasajero. Baja enfrente de un gran hospital mientras una larga procesión de oficinistas se lamenta y flagela. Al entrar al sanatorio le hacen saber que ha escrito poesía hasta volverse loco, el silenciosamente asiente y se acuesta, aquí entra su hermano y se sienta a su lado, le recuerda unos versos y repite "Amadas las personas que se sientan", mientras lo sacan del cuarto y escucha a alguien cantando una canción desde el segundo piso. Despierta sobresaltado, recuerda su examen de teoría en una hora, cómo odia la teoría literaria.

Sale de su casa, aún medio crudo, se encuentra con la extraña procesión de sus sueños y un taxista que se detiene frente a él, "¿Me estas hablando a mí?" Entonces entiende que los garabatos en la servilleta no son más que las ideas recicladas de un par de películas vistas el fin de semana, la culpa del plagio inconsciente quizá le ha hecho alucinar. "¿Me estas hablando a mi? Porque no veo a nadie más por aquí…" Lo único que se le ocurre es tomar el cuaderno donde escribió anoche y borrar todo, para su sorpresa los personajes desaparecen y la calle vuelve a la normalidad. Sin embargo también borró su nombre. Cuando encuentren el cuerpo pensarán que fue muerte por congestión alcohólica.

domingo, 31 de octubre de 2010

JAULA DE PALABRAS


Prevengámonos de las zanahorias

Francisco Tario



Contrario a mi naturaleza antisocial decidí acudir a más fiestas con mis compañeros de la facultad. El problema es que después de unas cuantas bebidas todos se ponen a bailar y yo no sé bailar, algunas veces lo intento pero generalmente mis instructoras se enfadan conmigo rápidamente. En busca de una fiesta sin baile terminé en casa de Á, éramos cuatro, Á, el anfitrión,un chavo de Yucatán, mi amigo César y yo. Estuvimos como tres horas solos y cuando fue llegando la gente me di cuenta de que una fiesta sin baile era una fiesta sin chavas, por lo tanto aburrida. Traté de pasar el rato, pero mi amigo el César se fue temprano porque tenía un partido de futbol al día siguiente.

Estuve un rato platicando con Cristian, me cae poca madre, en una fiesta anterior amanecimos crudos y nos pusimos a inventar finales de películas, inventábamos las películas más ridículas, absurdo tras absurdo, esperando que alguien nos creyera, y a todas las titulamos: "Adiós a Emiliano"; la primera acaba en que Emiliano (el dueño de aquella casa que en ese momento dormía) está en un bote pesquero en algún puerto inglés y nos dice adiós con la mano, nosotros, todos los que amanecimos crudos en aquella fiesta salimos a despedirnos de él con ligeros movimientos de la mano en un estado completo de sopor, luego un close up a su mirada y se abre la toma para ver a Emiliano que nos da la espalda acongojado pero con 17 % + valentía; los créditos aparecen mientras suena Joy división, sí, la gente la ovacionó de pie, salieron llorando de las salas, los hombres jóvenes buscaron mujeres hermosas para besarlas, hubo más suicidios que en navidad, etcétera. Muchas veces la gente no entiende mi sentido del humor y en ese momento todos se quedaron callados tratando de entenderme, excepto Cristian que dijo "Sí, escuché que ganó varios premios Todorovs", entonces empezamos a inventar más finales de las secuelas, sólo los finales, llegando hasta "Adiós a Emiliano XV", algunas eran westerns, o de kung fu, otra terminaba con Emiliano, que es muy delgado, jugando basquetbol uno a uno contra mr. T; Todas concluían invariablemente igual algún personaje absurdo sentenciaba la clásica frase: "Adiós, Emiliano". En ese momento todos los demás estaban francamente hartos de las cosas absurdas que inventábamos, a nosotros no nos importó y continuamos recordando las jornadas de estudio Emilianescas y de cómo nuestras películas, nuestras porque éramos los falsos pero famosos co-guionistas, habían cambiado la historia del cine.

Lamentablemente aquella noche Cristian sólo toco unas piezas de latinboleroyaz y también se fue temprano, yo me quedé en una fiesta con la mayoría de los rechazados a los que nadie quiere invitar a las otras fiestas. Quizá yo soy uno de ellos. Entonces traté de hacer plática con muchos compañeros que sólo conocía de vista, hablé de literatura, pregunté si alguno había leído al nuevo nobel, yo la verdad no tenía ni idea de quién era, en realidad tampoco me importaba pero me contestaron un:"Sí, y de casualidad traigo uno de sus libros", que me dio en la madre porque otro wey dijo: "pues vamos a leerlo en voz alta". Entonces: un grupo unos cinco o seis se formó en un pequeño círculo, yo me alejé lentamente, porque siempre he pensado que: como que leer y beber no se me da al mismo tiempo. Busqué con quién platicar y me encontré a un tipo en una esquina tomando café con tequila: lo mismo que yo.

Comencé a platicar con él y el tipo parecía agradable, sólo se veía un poco perturbado. Hablamos de la música de Bowie, de Nine Inch Nails, y de Nina Simone, gustos en los que coincidíamos. Me pareció agradable hasta que de la nada me hizo una pregunta medio extraña: "¿Haz oído de los vampiros aztecas?", traté de bromear y le dije que creía recordar una película del santo contra una momia azteca jajaja, o que sí era una banda de nopalmetal, jejeje, ¿no? Ya sé ¿unos hermanos luchadores? De por allá de Cuajimalpa, ¿no? Él sólo me miró y sonrió como si yo estuviera diciendo únicamente estupideces. [Tú, lector, posmoderno y con prisas, quizá piense lo mismo, pero de verdad voy hacía un lado con todo esto {o eso intento}]. Entonces lo ignoré, miré a mi alrededor y me di cuenta de que: 1 nunca llegó ninguna mujer, 2 la bolita de lectores ahora gritaban poemas que emulaban los sonidos del metro mientras aplasta a un indie-gente, [autoría de uno los mejores poetas jóvenes reggetoneros del momento]. Entonces entendí lo que debía hacer: Serví otro café pero cargadísimo de tequila, y luego otro igual, y luego tomé de la botella unos buenos tragos, todo en menos de unos parpadeos, agite a algunos de los lectores diciéndoles qué les pasa, hay que beber no leer, hay que beber no leer, hay que beber no leer, así una y otra vez, hasta que me aburrí le di otro buen trago al tequila y me fui a dormir en el piso de la cocina, como a la una, todavía alcanzando a gritar una frase que a todos apesadumbró funestamente: ¡Por esto no hay nalguitas en sus fiestas!

Desperté a las cinco y media y sólo quedábamos seis. "¿Por qué te dormiste? Te perdiste lo más chido, se acabó el tequila y nos tomamos una botella de rompope". Primero pensé que era broma, pero luego vi la botella vacía en el fregadero, qué pensarían las monjas de nosotros. Ustedes sí que son rudos, así, sin unas gelatinas, les dije. Todos estuvimos platicando un rato, me he dado cuenta de que crudo comienzo a decir muchísimas incoherencias [esto es un guiño hacía el lector: GUIÑO], y las demás personas comienzan a secundarme, la plática, a pesar de que traté de evitarlo, se dirigió lentamente hacia la creación literaria. "El talento es lo único que hace falta, Si no te entienden hoy en el futuro serás idolatrado" decía uno, "A la gente no le gusta mi poesía porque hablo de temas que les incomodan" dijo otro. Yo pensé en decirles que no, que estaban equivocados que las cosas no eran tan sencillas que era necesario estar en chinga escribiendo y escribiendo, que la literatura habla de cualquier tema y hay literatura buena que incomoda pero incomoda con calidad. Me preguntaron qué pensaba de esto. Nada, tienen razón en todo, les dije. Luego hablaron del lenguaje, de la materia prima. En mis intentos de escribir me preocupa principalmente una cosa, la relación entre realidad y escritura.

El escritor percibe la realidad a través de sus sentidos pero además utiliza otros conceptos que tiene como verdaderos; lo que percibe y lo abstracto puede nombrarse, escribirse. Sin embargo no es posible que abarque la realidad completamente. Hay cosas que son imposibles de conocerse, algunas aunque están en el plano de lo perceptible son imposibles de creer. El escritor sin embargo debe de utilizar las palabras para crear mundos cercanos al nuestro, si no verdaderos sí verosímiles, cercanos a una realidad común, convencional. Pero las palabras no son suficientes para retratar lo real, o poder expresar lo que uno siente o piensa, o tal vez es uno el que no logra comprender a las palabras, utilizarlas a plenitud. Me imagino a la realidad como un ave veloz, más veloz que nuestra vista, a la que creemos ver sin comprender que sólo vemos una parte de ella; la escritura es una jaula que se construye para atraparla, creemos que el ave está ahí pero entra y sale rápidamente, una y otra vez. Entonces la literatura se convierte en una jaula, bella, catártica y con muchas otras características especiales, pero una jaula de palabras únicamente. Palabras vacías y llenas de verdad a la vez. Cuando algún maestro me pide una definición de literatura siempre pienso en una jaula de palabras pero me quedo callado, porque no quiero que me roben la idea [¡eh! Sí te habló a ti, no veo a nadie más leyendo…]

"¿Qué pasó? ¿Qué estás pensando? ¿Tú qué crees qué es la literatura y ese desmadre?" cuando me di cuenta de que me hablaban a mí sólo se me ocurrió una manera de cambiar la conversación: "La literatura probablemente tenga que ver con pueblos antiguos e historias fantásticas, como ésta que me contabas ayer, la de los vampiros aztecas". Entonces el tipo que conocí ayer, que momentos antes estaba cabeceando de sueño, saltó de su asiento y comenzó a hablar de un clan de guerreros y sacerdotes aztecas, de la antropofagia, de cultos oscuros, de la perdida de documentos y vestigios, de los dioses desconocidos, de las extrañas posibilidades de que algo así fuera encubierto por el gobierno mexicano en su afán absurdo de no propagar más la imagen de los indios salvajes, porque qué iban a pensar los demás países civilizados [civilizados al estilo inglés, por supuesto]. Sobra decir que ninguno le creímos pero por lo menos la plática estuvo más ligera, o así me pareció aunque lo más probable es que a todos nos diera tanta tristeza alguien como él y lo dejáramos hablar hasta que se le terminara el aire; en una fiesta de perdedores siempre habrá alguien que se destaque.

Ya como a las siete de la mañana nos fuimos todos. Acompañé a Juan Vicente, el tipo de los vampiros, porque según no vivía lejos y dijo que me invitaba una cerveza para la cruda. De Santo domingo caminamos a Eje 10 para llegar al metro Copilco, y de ahí rumbo a Coyoacán. Creo que hubiera sido más fácil tomar un taxi pero caminamos rápido y no llegamos tan tarde pero sí algo cansados. Vivía en un departamento amplio y que se veía algo caro, por lo menos más caro de lo parecía poder pagar. Fue al refrigerador y me pasó una cerveza japonesa, vio mi cara de asombro y me dijo "Comparto depa con un japonés, el paga casi toda la renta, tuve suerte de encontrarlo". Le pregunté qué hacía su compañero en México, y el me contestó que era luchador y que estaba entrenando el estilo mexicano por una temporada.

En ese momento entró su compañero un japonés alto pero que no me pareció tan atlético, nos saludo diciendo "Ohayo" y se fue directo a la regadera. Lo extraño fue que comenzaron a escucharse maldiciones en español pero eran pronunciadas de una manera perfecta y sin ningún acento regional. "Diario practica, es parte de su personaje". Resulta que el japonés lucha en estados unidos en una liga indy de wrestling con el personaje enmascarado del "Senior Jalapenio"; lo hace para combinar los tres grandes estilos de lucha, el americano, el japonés y el mexicano. La última parte de su entrenamiento la realiza en México, ya no por superioridad técnica sino por el carácter folclórico que tiene en nuestro país. También por el lenguaje, ya sabía algo de español pero necesitaba darle credibilidad al personaje así que se dedica a escuchar el habla de los barrios y a leer a Armando Ramírez. Mientras se vestía en su recámara seguían escuchándose los "Chin-ga tu madle", "Za wuevo", "Ai cablón" y "Arriba el América", todos repetidos una y otra vez frente al espejo cómo si fuera un actor extremadamente metódico o un niño castigado.

El luchador salió a trabajar a un restaurante oriental y nosotros seguimos tomando cerveza. La realidad está llena de historias bizarras que son difíciles de contar porque las personas no las creerían, historias como éstas [porque todos los personajes en este cuento son verdaderos, tan reales como tú y como yo]. Juan Vicente puso un disco de los Tindersticks y luego me mostró a su perro disecado que había muerto en Veracruz, Juan Vicente era de ahí, y se lo habían enviado hasta acá por correo. Y yo que siempre creí que el servicio de correo era malo. El perro atigrado [perro-tigre, así es, como el de La obediencia nocturna] nos observaba atentamente de manera muy sospechosa [Guiño, guiño]. "En realidad lo que quiero enseñarte es esto [dijo mientras se daba un pipazo]: una figurilla del dios de los vampiros aztecas", en sus manos sostenía lo que parecía ser una zanahoria fosilizada. Traté de no reírme, de poner una cara sería ante mi amigo, pero creo que no pude porque él inmediatamente defendió la veracidad de su hallazgo. Habló de la interpretación y la sobreinterpretación de los códices y de la poca capacidad que teníamos los propios mexicanos de comprender a los pueblos antiguos, de extrañas posibilidades de que fueran culturas mucho más avanzadas de lo que creíamos en artes adivinatorias y nigrománticas, "… porque la alquimia no estaba del todo equivocada". Sencillamente estaba ensimismado en un discurso que iba y venía a través de lo científico y las falacias. Sus hipótesis eran tan absurdas que eran imposibles de creer:

Supuestamente una criatura extraterrestre había llegado a la tierra y otorgado conocimientos a unos cuantos sacerdotes aztecas a cambio de idolatría, estos convertidos en vampiros se volvieron en parias y huyeron antes de la conquista española, su dios se convirtió en zanahoria esperando el día propicio su retorno triunfal que traería ruina y perdición no sólo al pueblo mexicano sino a la humanidad en general [y también a los gringos]. Qué tristeza de nuestra juventud, qué tristeza de muchacho, sin embargo sus teorías se ponían peor: El gobierno mexicano está consciente de todos los eventos sobrenaturales en el país a través de una organización secreta, supuestamente surgida durante el imperio de Maximiliano, perpetuada después con el permiso del propio Juarez, y ellos son los encargados de que no salga a la luz estos fenómenos. Le pregunté cómo era posible que el gobierno pudiera esconder una organización así, "No es necesario esconderla, seguramente está a la vista de todos, piensa en cuantas instituciones y servicios son completamente incompetentes al realizar sus funciones, alguna debe de tener una doble ocupación encubierta". Entonces: ¿dices que: en algún lugar hay oficinas llenas de chamanes y magos especializados trabajando para el gobierno encargados de evitar todos los desastres paranormales por el bien de la patria y de su imagen frente al resto del mundo? "Sí, exacto, vaya, hasta que alguien me entiende".

Entonces decidí que debía irme y nunca más hablarle al pobre Juan Vicente, cuando me despedía tomé mi mochila rápidamente de la mesa y, no pude hacer nada para evitarlo [en serio], rompí su zanahoria/fosil/diosvampiroazteca. ¡Oh, no mames! discúlpame. Antes de que él me respondiera una nube purpura con aroma a copal llenó el cuarto y un extraño monstruo apareció ante nosotros. "Ja ja-ja ja-já, estúpidos humanos, por fin estoy libre de mi prisión fosilovegetal". El ser frente a nosotros era una combinación de toro, rana, pulpo y gato, con colmillos de vampiro, sentado llegaba hasta el techo y su figura era imponente y amenazadora. "Sus pequeños y pobres cerebros no podrán concebir el terror que vendrá a ahora, si me alaban aceptando que tengo muy buen estilo al vestir les otorgaré una muerte no muy humillante". La impresión nos hizo retroceder hasta la pared, entonces escuché al perro disecado hablarme: "Muchacho, cálmate y te ayudaré a salir de esto", Claro Señor perro, dígame que hacer, "Necesito que me arrojes directo a su boca, entonces lo destruiremos", ¿De veras podrá hacerlo? "Por supuesto, yo trabajo para el presidente de los estados unidos mexicanos".

Debido a esa ultima frase: tomé al perro [era un perro muy hermoso y muy bien conservado, seguro el taxidermista tiene unas manos pequeñas y delicadas, suaves y con la cutícula perfectamente simétrica, al estilo de la Britania, pues], y lo aventé con todas mis fuerzas hacía la deidad chupasangre. "jo jo, sus intentos vanos sólo me irritan, ahora es tiempo de que comience un horror indescriptible… ¡Oh, no!". Cuando el perro impactó un gran destello nos cegó momentáneamente, abrimos los ojos y el monstruo se había ido. Todo estaba fuera de lugar, el lujoso departamento en Coyoacán estaba hecho un desastre, libros y papeles japoneses en el piso, muebles tirados, electrodomésticos sobrecargados y en el aire flotaba aserrín y pelo de perro, además había pasado tanto tiempo que la cerveza ya estaba al tiempo. Donde estaba esa cosa, que en esos momentos sentía ya como sólo una alucinación, permanecía únicamente una zanahoria oscura, humeante, a su lado una bocina, que quizá venía dentro del perro. Lo que más me sorprendió, y fue la pequeña gota derramavasos ,fue que la bocina tenía el logotipo de un águila formado con líneas azules horizontales sobre un fondo blanco, el viejo logotipo del servicio postal mexicano.

Salí sin voltear a ver a Juan Vicente, aunque lo escuchaba repetirse a sí mismo de una manera demencial pero entendible debido a los sucesos inmediatos [cualquiera se volvería loco con una cerveza caliente]: "Tenía Razón, lo sabía, siempre tuve la razón. Tenía Razón, lo sabía, siempre tuve la razón. Tenía Razón, lo sabía, siempre tuve la razón". Al cerrar la puerta no supe con certeza si él reía o lloraba. Caminé como autómata una hora hasta mi casa, inmediatamente comencé a escribir esta crónica en un vano intento de aferrarme a mi cordura [aunque puede ser que haya perdido de nuevo].

lunes, 11 de octubre de 2010

Recuerdo viejo

Este es el primer cuento que publiqué fue hace como cuatro años. Instantes, aún sigo deteniéndome todo el tiempo en pequeños momentos, no sé si por mis lecturas o por lento, je. Suplemento Expresso, periódico Correo de Guanajuato, Sábado 24 de junio de 2006, p. 46. (Creo que me estoy tardando en publicar en mejores lugares)..

EN UNA BANCA

En una banca del parque, entre el ruido de camiones urbanos y gente indiferente, Julio descansa. Espera ver a su amigo que vive en un callejón cercano. Lo espera porque necesita hablar, no importa si es escuchado, sólo siente la necesidad de hablar. Se siente ridículo porque ni siquiera busca una respuesta y llegado el momento a lo mejor ni se atreverá a decir nada. Hay un gato enfrente que acecha un pájaro, ninguno se mueve como en una fotografía. Su novia le ha dejado, no se sorprende porque ya lo veía venir, pero siente que debió hacer algo para evitarlo en vez de sólo ser indiferente. Sus padres por otro lado, bueno, sabe lo que siente hacía ellos y ellos hacía él. De la escuela lo peor. No le ha ido muy bien, se siente defraudador y defraudado. Los ojos verdes del gato se mantienen fijos en el ave. Está harto, enfadado, cansado, en especial eso. No quiere ni moverse ni pensarse. Definitivamente esto último, es que lo malo de estos tiempos ni quien se lo quite. Tiene tanta que desborda por todos lados la preocupación. Ojalá todo saliera de él, todo. Es la inmovilidad del felino la que sugiere un movimiento próximo, tensando su cuerpo para en un instante convertirse en saeta. Se arrepiente de ir a buscar a su amigo, probablemente aquél estará chifle y chifle de contento, sin nada de que preocuparse, no hay que aguarle el día. Qué hacer ahora, tampoco quiere regresar a su casa, ahí donde todo lo recuerda a un todo mayor, donde la vacuidad le muestra lo que podría haber sido. Igual que su vida, la memoria le hace ver lo vacío de su ser y los errores cometidos, el presente le duele al meditar lo que pudo haber sido, lo que ha desperdiciado. No, no pienses en eso, no pienses en nada, recordar duele, anhelar duele más. Los músculos del gato se contraen y se tensan, hasta que, decidido, brinca. Por fin, después de mucho sufrir, Julio lo logra: sacar todos los pensamientos de su ser. Ha encontrado ese lugar único, siente lo que un hombre en la cruz al dar el último suspiro, o como ese otro al ver el sol, aquel que bajó de la montaña para hablarles a los hombres después de diez años de vivir en una cueva, llegó al estado que alcanzó el príncipe asceta meditando debajo de un árbol. El gato sigue en el aire. Encontró eso que se busca en cada beso. Es el momento en que un joven cualquiera desencantado de la vida toma el revolver de su padre, se pone la pistola en la boca, dispara y logra una mejor vida, un nuevo comienzo porque las balas no se encontraban en el arma. De los cojines en las patas del gato salen las uñas lentamente mientras viaja en el aire. Julio de tener tantas cosas en la cabeza por fin ha logrado pensar en nada, salir de sí, ser la nada y en consecuencia ser uno con todo, ni malo ni bueno, ni joven ni viejo, solo él y todo en él. El pelaje del gato ondeando por el aire, los siente, cada pelo, la brisa, los siente. Ve a través de los ojos del gato y del ave al mismo tiempo. El pasto, las flores y los árboles, los siente crecer de manera inevitable. Las cosas ya no necesitan tener sentido o ser explicadas, las cosas solo son, no hay símbolos ni lenguajes que las expresen. El gato aún está en el aire. Julio ya no busca nada, ni ofrece, ni odia, ni ama durante este momento. Pensar en nada, qué bueno es pensar en nada. Pero la vida esta hecha de instantes, fugaces e inalcanzables, empiezan y acaban simultáneamente, incompresibles. El gato cae, el ave escapó volando. Julio sale de su letargo, y empieza a pensar en cómo solucionar todos sus problemas, no recordará nunca que por menos de un segundo se acercó a lo divino.

domingo, 10 de octubre de 2010

RETRASO

Un hombre se levantará de su cama con el pie izquierdo tarde para llegar a su trabajo. Se duchará ritualmente como todas las mañanas, se rasurará y frente al espejo se detendrá unos minutos a ver como ha envejecido su rostro, palpará sus ojeras y pasará sus dedos en las cada vez más pronunciadas entradas. Vestirá una de sus camisas especiales porque será un día especial, se pondrá su traje gris muy viejo. Tomará un licuado de chocolate, dos galletas integrales y se llevará una ciruela para ir comiendo en lo que camina hacia el paradero. Esperará en la fila unos diez minutos y al subir a la micro dará los buenos días a todos sin mirar a nadie, se acomodará difícilmente entre dos tipos obesos que no harán nada para facilitarle su asiento. Al metro, dirá, mientras pasa el cambio exacto. Cuando baje dará las gracias al operador, ayudará a bajar las bolsas absurdamente grandes de una viejita y a ella misma, al caminar señalará con la mano la dirección del metro porque algún chamaco distraído le preguntará. Dará una moneda de diez pesos al vago que carga a un niño dormido en la entrada del metro, hoy es un día especial, especial para todos, se repitirá. Subirá los escalones pensando en la crisis económica, ¿en cuál? En realidad todas las crisis son siempre la misma, pensará este hombre. Se formará de nuevo para comprar el boleto del metro, comprará uno solo, de nuevo con el cambio exacto. En ese momento él estará atrasado unos diez o quince minutos pero no le importará. Al dirigirse a los andenes habrá de pensar en todas las mujeres de las que se ha enamorado a lo largo de su vida pero que nunca se atrevió a acercarse. En el andén se asomará al túnel para ver si el metro ha de llegar. Pensará en el imbécil de su jefe y el discurso que habrá de darle acerca de la impuntualidad a pesar de que nunca ha llegado tarde en cinco años. Verá su reloj, el retraso aumentará y aumentará, y meditará en lo absurdo que ha sido al tratar de llenar el vacio de su vida de objetos caros e innecesarios. Cuando vea el arribo del metro se persignará y dejará caer con el pecho hacia al frente, es lo mejor, piensará. El metro se detendrá de quince a veinte minutos y una hermosa mujer en traje sastre saldrá del vagón diciendo maldiciones porque llegará tarde al trabajo una vez más.

lunes, 4 de octubre de 2010

CRIMEN EN PROCESO DE ESCRIBIRSE

Mientras él escribe este cuento en su estudio, yo, uno de sus personajes, me ubico despacio detrás de él para matarlo. Lo desprecio porque es un mal escritor y una persona desagradable, toma mezcal del más barato y fuma faros sin filtro, el cuello y puño de sus camisas siempre están sucios. Sólo crea personajes patéticos y se ubica en la fantasía y ciencia ficción: géneros menores; A cualquiera le gustaría ser un héroe épico o deambular por paisajes exóticos, pero nada: le falta creatividad y talento. He pasado mucho tiempo planeando mi venganza. Salgo de las páginas decidido a adueñarme de su cuerpo e identidad. Antes de que dé el próximo punto y aparte tomaré su busto de Atenea y lo golpeare en la cabeza.

Por último, para completar mi plan: eliminar a los testigos. Mientras terminas de leer esta línea en tu monitor estaré colocado... justo detrás de ti…

sábado, 21 de agosto de 2010

Vamos a escribir incoherencias escuchando la música nocturna

He visto a la muerte a los ojos en un par de ocaciones, he conversado con el delirio, di un poco de mi cordura a cambio de nada. Derrotado, me levanto una y otra vez, haciendo el recuento de lo que queda de mí, del ser derrumbado cada vez más ausente, más lejano, una [puntos suspensivos] y otra [silencio enfático] vez.

me extraña como vemos el tiempo; me gusta creer que el tiempo no es una linea sino algo así como una seríe de fotografías en desorden que nuestra mente ordena y completa. En el centro está el hombre. Veo como será mi muerte y es posible que ya haya sucedido, recuerdo mi primera decepción como si fuera igual a la última, me he enamorado y lo he olvidado una y otra vez, las palabras que escribo ahora están siendo borradas por otro yo dentro del negativo. Nunca confio en mis recuerdos, nunca confio en los recuerdos de los demás, si quieres un consejo no obtendrás nada más que esto: Nunca confies en nadie.

He tropezado con el mismo gato negro todos los días de mi vida, los cuervos sobre mis hombros se niegan a levantar el vuelo, ofrezco mi alma al perro negro que me rechaza diciendo "Yo no habré de tomar tus penas".

Hay lluvia entre el punto A y el B, El ruido blanco impide conocer lo que piensas asi que enciendo la estática para evitar que me escuches, es preferible caer de pié. Lo sabes, el eco lo repite, una y otra vez.

Los gritos son a la impotencia como el silencio es a la furia.
 
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