martes, 28 de abril de 2009

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Gracias a estos días de ocio me decidí por fín a tener un Blog. Llego tarde a la moda, ya lo sé, pero mi intensión no es tener una legión de lectores ni ser una celebridad bloguera (sí es que existe algo así); Mi intensión es escribir, comprometerme a hacerlo metódicamente para convertirlo en un hábito y perfeccionarlo.
No me considero un escritor ni ensayista, ni un buen estudiante, sólo soy un borracho que disfruta escribir.
Sin embargo la primera entrada es un cuento que escribí hace año y medio:

ADANSONIA ESTELAR.
Estaba en Chabacano y, por primera vez, el metro iba despacio y cadencioso, con un ritmo infinitamente lento, dos rieles infinitos de nubes. Todos en el vagón desmayados por el calor, sólo yo, ebrio, y el Hombre del espacio que agonizaba, intentábamos conversar. Descansa, No hay tiempo, no hay esperanza, no hay descanso, No cierres los ojos, te contaré de mi amigo Cesar, a él le gusta Neruda, a mí me gusta Vallejo, esa siempre ha sido nuestra discusión… No hables más, la tierra es uno de los lugares más hermosos y más horribles…Tal vez tengas razón, pero no podemos rendirnos. Yo viajé a través de la música de lejanas esferas celestiales siguiendo a mi padre, porque quería ser un gran naufrago como él, y ahora quisiera ver mi huerto frente al mar de estrellas, pero he llegado al final de mi huida. Toma esto, no desistas. Me dio uno de sus ojos antes de morir, se deshizo en espuma de cerveza y no quedó nada de él.

Llegué hasta mi estación y me dirigí al puesto de tacos de carnitas, Carnal, sólo dame tres de surtida porque estoy triste y llevo prisa. Y en aquel mugroso puesto de tacos, mientras servía la sospechosamente rica salsa roja, pensé en ti, si te besara, si tomara tu mano y suavemente rozara con mis labios tus blancos dedos, en alguna pequeña plaza pasearas mientras desesperadamente te llamara, porque no hay tiempo, el mundo se va acabar.

Después entré a una cantina, sólo para tomar valor, pedí una cubeta de güeras y en un rincón oscuro tomaste a mi lado. En cuanto te tuviese te amaría incansablemente, ese era mi plan pero cuando te vi lo único que pregunté fue cómo es ser fantasma. No había nada que hacer, a la cubeta le siguió un pomo y mientras escuchaba a José Alfredo recordaba a Bonifaz Nuño. El mundo se iba a acabar pero aún estaba decidiendo que hacer mientras el alcohol turbiamente fluía por mis venas. Horas pasaban y el valor aún no llegaba, clavos en mi espalda me unían a la mesa, sorbía poco a poco mi dinero, lamí mis últimos centavos del piso.

Salí tambaleándome, sin rumbo hasta que por mera casualidad lo encontré, primero me pareció un mezquite, como aquellos cerca de mi casa, la cual extrañaba mucho, pero brillaba con un verde fluorescente entre sus delgadas ramas, cuando me acerqué supe que era el baobab perdido. ¿Sabes que le estás haciendo daño a la tierra? Tus intenciones eran buenas pero no puedes absorber toda la maldad del mundo, no te sientas mal, nada podría. Si continuas tus raíces llegaran al centro de la tierra, entonces todos moriremos.

El baobab agachó su cabeza y poco a poco se convirtió en un hombre de palo, deforme, sin brazos, volteó a verme con su rostro marcado y corrió para saltar de un puente hacía el tráfico. El cielo nocturno se tiñó de rojo, como todas las noches. Desperté crudo y vomitado en la calle y el mundo seguía igual, las personas seguían igual, observé detenidamente el ojo en mi mano y lloré porque el mundo aun no se acaba.
 
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