domingo, 10 de octubre de 2010

RETRASO

Un hombre se levantará de su cama con el pie izquierdo tarde para llegar a su trabajo. Se duchará ritualmente como todas las mañanas, se rasurará y frente al espejo se detendrá unos minutos a ver como ha envejecido su rostro, palpará sus ojeras y pasará sus dedos en las cada vez más pronunciadas entradas. Vestirá una de sus camisas especiales porque será un día especial, se pondrá su traje gris muy viejo. Tomará un licuado de chocolate, dos galletas integrales y se llevará una ciruela para ir comiendo en lo que camina hacia el paradero. Esperará en la fila unos diez minutos y al subir a la micro dará los buenos días a todos sin mirar a nadie, se acomodará difícilmente entre dos tipos obesos que no harán nada para facilitarle su asiento. Al metro, dirá, mientras pasa el cambio exacto. Cuando baje dará las gracias al operador, ayudará a bajar las bolsas absurdamente grandes de una viejita y a ella misma, al caminar señalará con la mano la dirección del metro porque algún chamaco distraído le preguntará. Dará una moneda de diez pesos al vago que carga a un niño dormido en la entrada del metro, hoy es un día especial, especial para todos, se repitirá. Subirá los escalones pensando en la crisis económica, ¿en cuál? En realidad todas las crisis son siempre la misma, pensará este hombre. Se formará de nuevo para comprar el boleto del metro, comprará uno solo, de nuevo con el cambio exacto. En ese momento él estará atrasado unos diez o quince minutos pero no le importará. Al dirigirse a los andenes habrá de pensar en todas las mujeres de las que se ha enamorado a lo largo de su vida pero que nunca se atrevió a acercarse. En el andén se asomará al túnel para ver si el metro ha de llegar. Pensará en el imbécil de su jefe y el discurso que habrá de darle acerca de la impuntualidad a pesar de que nunca ha llegado tarde en cinco años. Verá su reloj, el retraso aumentará y aumentará, y meditará en lo absurdo que ha sido al tratar de llenar el vacio de su vida de objetos caros e innecesarios. Cuando vea el arribo del metro se persignará y dejará caer con el pecho hacia al frente, es lo mejor, piensará. El metro se detendrá de quince a veinte minutos y una hermosa mujer en traje sastre saldrá del vagón diciendo maldiciones porque llegará tarde al trabajo una vez más.

2 comentarios:

TOMADOR ASIDUO dijo...

bien chido mai, me agradó, echa un ojo para k cuadre tocho sería mejor cambiar piensa por pensará no? cuando el culero se deja caer.

j silva dijo...

Si, wey, le hice una correciones y se me fue el pedo de las cojugaciones, chido por leer.

 
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