sábado, 27 de noviembre de 2010

Otro cuento de hace como dos tres años cuando era creativo

Dedicado principalmente a mi carnal el Pelón Silva pero también a todos los que se hayan emborrachado antes de un examen.


 


 

EL PRECIO DEL PLAGIO

Las tres de la mañana y apenas llega a su casa de estudiante tambaleándose en la oscuridad para no despertar a los vecinos, no importa porque sabe el camino de memoria. Viene de un bar, dejó a sus mejores amigos sin despedirse, últimamente hace eso. Trajo media Montejo con todo y envase sin darse cuenta, ¿por qué Montejo? No lo recuerda, quizá se acabaron las demás o sólo quería algo diferente, qué importa. En la casa queda media botella de charanda, ni siquiera le gusta pero es buena y barata, toma un buen trago, no hay necesidad de vaso, probablemente no haya limpios de todos modos. Saca una servilleta arrugada de su camisa y transcribe unos garabatos de lo que, con suerte, será un gran cuento. Va hacia los discos, Tom Waits, no, Bowie, no, Leonard Cohen, tal vez. Sonríe, recuerda que señaló bruscamente a algún desconocido que le pareció nefasto en el bar, lo miró a los ojos y le repitió un verso de Lowry, "La única esperanza es el próximo trago". Bebe un poco de esperanza de la charanda "Uruapan", es transparente y un ahogado trozo de caña lo espera en el fondo.

Se sienta en la cama y abruptamente queda dormido, sueña con la yegua de la noche, el diablo lo toma de la mano, aparecen mujeres etéreas imposibles coqueteándole mientras está encadenado, surgen pequeñas bocas de los eslabones que ríen y jadean, intentan comerle los ojos, grita hasta despertar dentro de otro sueño. Se sabe ajeno realidad, sólo ha cambiado a otro plano onírico, se deja llevar, siente curiosidad por las posibilidades. Se ve saliendo de la casa, toma un taxi, el taxista con corte mohicano habla de cómo la ciudad se va al demonio, Lo que hace falta es una gran lluvia que se lleve toda la suciedad, dice sin observar al pasajero. Baja enfrente de un gran hospital mientras una larga procesión de oficinistas se lamenta y flagela. Al entrar al sanatorio le hacen saber que ha escrito poesía hasta volverse loco, el silenciosamente asiente y se acuesta, aquí entra su hermano y se sienta a su lado, le recuerda unos versos y repite "Amadas las personas que se sientan", mientras lo sacan del cuarto y escucha a alguien cantando una canción desde el segundo piso. Despierta sobresaltado, recuerda su examen de teoría en una hora, cómo odia la teoría literaria.

Sale de su casa, aún medio crudo, se encuentra con la extraña procesión de sus sueños y un taxista que se detiene frente a él, "¿Me estas hablando a mí?" Entonces entiende que los garabatos en la servilleta no son más que las ideas recicladas de un par de películas vistas el fin de semana, la culpa del plagio inconsciente quizá le ha hecho alucinar. "¿Me estas hablando a mi? Porque no veo a nadie más por aquí…" Lo único que se le ocurre es tomar el cuaderno donde escribió anoche y borrar todo, para su sorpresa los personajes desaparecen y la calle vuelve a la normalidad. Sin embargo también borró su nombre. Cuando encuentren el cuerpo pensarán que fue muerte por congestión alcohólica.

3 comentarios:

TOMADOR ASIDUO dijo...

El pelón posteo parte en el fais. Me gustó mai.

Maryú dijo...

"Amadas las personas que se sientan"??? Que significa???
Mmm pues, me agrado el primer sueño, si no se hubiese trasladado al segundo seguro aún estaria en el infierno no??? Feliz navidad jeje.

j silva dijo...

Son unos versos de César Vallejo, del poema traspié entre dos estrellas. Hay una película que se llama Canciones desde el segundo piso basada en este poema.

 
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